Historia

Camporrobles es el nombre de nuestro pueblo y camporruteños el de las personas que habitamos en él. Todo lo que te ofrece es fruto de la relación histórica de la gente con su tierra. Camporrobles son sus vecinos, la agricultura y la ganadería: un paisaje lleno de historia.

Desde la Prehistoria, La Edad del Bronce, hasta el presente diversas culturas has dejado huella en Camporrobles.

Su Historia pasa por la relación de sus habitantes con los cultivos, los  llanos y sus pastos, las lagunas y el agua, que hasta hace no mucho salpicaban este término. Desde la Prehistoria reciente, la Edad de Bronce, pastores y agricultores han ido cambiando el paisaje, al mismo tiempo  que éste les cambiaba también a ellos mismos. Unas veces dirigidos por la orgullosa nobleza Íbera desde el poblado fortificado de El Molón, otras en apacibles granjas o villas, en las zonas más llanas durante los años del Imperio Romano. El Medievo significó una nueva ocupación del Molón junto con sus alquerías, y las incursiones de conquista de los caballeros castellanos contra los musulmanes de Requena. Al final siempre sobrevivía la relación de las gentes con su tierra. Trahumancia y lana, cereal y harina, bosques y resina, todo cambiaba y se adaptaba al correr de los años y los siglos. Las guerras vinieron y se marcharon, la industrialización del campo arraigó y el ferrocarril marcó el inicio de la era de las comunicaciones. Toda la Historia en el marco del mimo de una tierra por su gente y el cuidado de la calidad de su vinos, embutidos, quesos, pan y dulces.

En el pasado más remoto, las montañas y llanuras de Camporrobles atrajeron a sus primeros habitantes en busca de pastos, tierras para el cultivo y algo importante para la supervivencia: el agua. Camporrobles no tiene río pero tuvo lagunas, varias y de distinto tamaño, que salpicaban el corazón del término. Las lagunas dan pesca, caza, recolección de plantas silvestres y unas riquísimas tierras de labor durante los estiajes veraniegos.

Las primeras gentes, allá por la Edad de Bronce, habitaban en pequeños caseríos fortificados en la cumbre de cerros y promontorios: El Picarcho, la Cueva de la Campana y el Collado de la Cañada son algunos de ellos. Todos participaban y dejaban su huella en el territorio, desde las alturas controlaban tierras de labor, ganados, caminos y rutas de comercio. Es ahora cuando tenemos los primeros datos sobre el cultivo del cereal, su transformación en harina, y la ganadería de cabra y oveja, sempiternos compañeros del paisaje camporruteño. De este periodo son las pequeñas queseras de las que obteníamos nuestros primeros quesos. Las relaciones sociales eran intensas y el devenir de los siglos hizo que la sociedad cada vez fuese más compleja: pactos, matrimonios, deudas… Un pequeños grupo de familias acumulaba cada vez más riquezas, favores y poder. El final de este periodo viene marcado por la aparición de poblados más amplios desde los cuales esta nueva aristocracia ejercía su poder. Así apareció El Molón, hogar y cuna de una nobleza orgullosa que controlaba la tierra, el ganado y el comercio. El Molón muestra toda una época histórica (la Edad del Hierro) y una cultura (la Ibérica) durante su existencia a lo largo de más de ochocientos años (ss. VIII a.C.- I d.C.) y, sobre todo, la aparición de otro compañero fiel de las tierras de Camporrobles: la viña el vino.

Con el Imperio Romano El Molón desapareció, se abandonó. Sus gentes se centraron en el trabajo de la tierra y en el cuidado de los ganados, en torno a las lagunas. El tiempo suavizó el orgullo de esa nobleza guerrera que controlaba Camporrobles desde un Molón amurallado e inexpugnable. Las granjas y caseríos, rentos les llamamos aquí, crecieron; unas desaparecerían y otras se mantuvieron durante toda la antigüedad hasta el fin del Imperio Romano.

La Edad Media trajo el Islam y un grupo de gentes forasteras se encaramaron de nuevo en El Molón para construir una plaza fuerte, un ḥiṣn, dentro del distrito administrativo, cora, de Ŝantabarīa, en el Šarq al-Andalus (al-Andalus del este). Durante cerca de doscientos años (ss. VIII-X) El Molón controló tierras, pastos, alquerías y los caminos hacia la Balansiya islámica. En este periodo se construye la mezquita y la población tiene cierta importancia pues es nombrada en la expedición del califa Abderramán III contra Zaragoza, al llamarla al-Baṭḥā, junto a nuestras lagunas.

Cuando el Arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Ximénez de Rada, toma la vecina fortaleza de Mira (Cuenca) en 1219, al-Baṭḥā hace tiempo que yace en ruinas. Las tierras de Camporrobles, salpicadas como en el pasado de pequeñas alquerías centradas en la tierra, sufrirá las algaradas, incursiones y saqueos, de los castellanos hasta la definitiva toma de Requena 1238.
Camporrobles como población surge a fines de la Edad Media, a la sombra de El Molón y rodeada por las lagunas, como lugar de parada y descanso de los ganados trashumantes en sus traslados entre la Alta Serranía de Cuenca y Valencia. De esta época queda la trama urbana de la parte más antigua del pueblo, típica de gentes ganaderas, y la Plaza del Pozo del Concejo, lugar de celebración de las ferias de ganado y reunión del concejo municipal. La aldea, dependiente de Requena, no para de crecer y aumentar su riqueza gracias a la lana. La antigua Iglesia fue reformada en el s. XVIII, cuando Camporrobles alcanza su independencia municipal. Poco a poco la agricultura va ganando peso y muchas de las lagunas que dieron riqueza a las gentes de Camporrobles son desecadas y ocupadas por huertos y campos de cereal. Las familias crecen y reaparecen casas y rentos esparcidos por el término, cerca de las tierras que dan el sustento: la Casa del Cuervo, Casas de Bernardo, Casas de los Yesares, la Casa Nueva y la Casa de Las Veletas entre otras.  

Los últimos tiempos volvieron a traer inseguridad a las plácidas tierras de Camporrobles tras siglos de paz. La III Guerra Carlista (1872-1876) y la Guerra Civil (1936-1939) dejaron su impronta en el pueblo. A pesar de todo Camporrobles fue modernizándose y, durante la primera mitad del s. XX, se industrializó el campo, aparecieron pequeñas industrias (fábricas de harinas, alcoholeras, bodegas, resineras…) y el pueblo alcanzó su población máxima entre los años 1940 y 1950, con algo más de 3000 habitantes. El ferrocarril Madrid-Valencia, en funcionamiento unos años antes, fue inaugurado en 1947 y le dió un nuevo empuje al pueblo que creció y aumentó en importancia.

A partir de 1960 muchos de nuestros vecinos y amigos fueron emigrando a las grandes ciudades, Valencia, Madrid y Barcelona sobre todo. El pueblo mantuvo la tranquilidad y el sosiego de la tierra que le rodea, centrándose en el mimo al campo y la calidad de sus productos.

Recientemente, en el año 2014, Camporrobles fue declarado municipio turístico por el Consell de la Generalitat Valenciana.