Gastronomía

El acervo gastronómico es una parte básica de la cultura Camporrobles.


La gastronomía de Camporrobles, como la de cualquier otro territorio, es el fiel reflejo de su clima y situación geográfica, y esto mismo se podría decir de la cultura de cualquier pueblo con identidad propia, donde el acervo gastronómico es una parte básica de su cultura.

La cultura en general, y en concreto la gastronomía, no entiende de fronteras administrativas, así pues, la gastronomía camporruteña, igual que la de la comarca física y cultural de la que forma parte, es heredera de la convivencia y relación histórica de convivencia con los municipios de la serranía baja y manchuela conquense, y con la zona del interior limítrofe valenciana.

Por otro lado, la distintas culturas que se han ido asentando en Camporrobles (íberos, romanos, musulmanes, etc.) han dejado su impronta en el recetario de forma que algunas elaboraciones poseen reminiscencias antiquísimas.

Los platos de cuchara, indispensables en los rigores del invierno, tienen como protagonista al cerdo, donde la olla, el arroz con bajocas, el potaje y el embutido de orza, en solitario, o en combinación con los anteriores, son muy relevantes. También se cocinan con sutileza derivados de la caza local, donde destacan el gazpacho y la caldereta.

Del ritual del sacrificio del cerdo, provienen elaboraciones como el morteruelo, almortas, arroz de matanza, tortas magras (con tajás y sardinas), callos y los propios embutidos secos. En los días de Semana Santa se elabora el singular hornazo de pascua y las empanadillas de pisto.

El consumo residual del pescado en esta zona del interior valenciano (bacalao y tradicionales sardinas de bota) otorga al ajoarriero (también llamado cahimorro o atascaburras) un papel muy destacado.

El calendario festivo marca la pauta en las elaboraciones de dulces como tortillas dulces, bollos de mosto, bocaillos, mantecados, buñuelas y buñuelos, migas, torrijas, empanadillas de boniato y otras elaboraciones que en muchas ocasiones a través de la tradición oral, han llegado hasta nuestros días.

Para finalizar, siendo tierra de vinos, no podían faltar los caldos en sus distintas variantes (blancos, rosados y tintos), con predominio de la uva autóctona bobal y que bajo la guía de la DOP Utiel Requena, ofrecen una alta calidad y garantizan el complemento perfecto a todo lo citado.